martes, 22 de diciembre de 2015

Charla de Sensibilización. LA RESPONSABILIDAD EN EL TRABAJO



La responsabilidad (o la irresponsabilidad) es fácil de detectar en la vida diaria, especialmente en su faceta negativa: la vemos en: no asistir en las charlas diarias, no hacer el uso de EPP básico, en el frente de trabajo no realizan el AST, llegar tarde al trabajo, operar a velocidad excesiva, trabajar bajo la influencia del alcohol, etc.

La responsabilidad es una obligación, ya sea moral o incluso legal de cumplir con lo que se ha comprometido.
La responsabilidad tiene un efecto directo en la persona: la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen lo que han prometido.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligación de cualquier tipo no es generalmente algo agradable, pues implica esfuerzo.
¿Por qué es un valor la responsabilidad? Porque gracias a ella, podemos convivir pacíficamente en sociedad, ya sea en el plano familiar, amistoso, profesional o personal.
Cuando alguien cae en la irresponsabilidad, fácilmente podemos dejar de confiar en la persona.
El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades correctamente ordenadas.
La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos tolerar la irresponsabilidad de alguien ocasionalmente. Todos podemos caer fácilmente alguna vez en la irresponsabilidad. Pero, no todos toleraremos la irresponsabilidad de alguien durante mucho tiempo. La confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es fundamental, pues es una correspondencia de deberes. Es decir, yo cumplo porque la otra persona cumple.

¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra responsabilidad?

El primer paso es percatarnos de que todo cuanto hagamos, todo compromiso, tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos. Nosotros somos quienes decidimos.
El segundo paso es lograr de manera estable, habitual, que nuestros actos correspondan a nuestras promesas. Si prometemos "hacer lo correcto" y no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad.
El tercer paso es educar a quienes están a nuestro alrededor para que sean responsables. La actitud más sencilla es dejar pasar las cosas: olvidarse que el conductor no se controló en los puntos de controles, que el personal no usa el cinturón de seguridad, etc. Pero este camino fácil tiene su propio nivel de responsabilidad, porque entonces nosotros mismos estamos siendo irresponsables al tomar el camino más ligero.
El camino más difícil, pero que a la larga es el mejor, es el educar al irresponsable, hacerle ver la importancia de lo que ha hecho, y todo lo que depende de él. Vivir la responsabilidad no es algo cómodo, como tampoco lo es el corregir a un irresponsable.
Si todos hiciéramos un pequeño esfuerzo en vivir y corregir la responsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo serían diferentes.